Las calles encharcadas brillaban bajo la luz de los postes y yo le daba la última calada a mi cigarrillo. Dejé caer la colilla en el húmedo suelo y me adentré en la oscuridad de un pasillo. Ella ya me estaba esperando, la oscuridad ceñìa su silueta delgada.
Un relámpago iluminó todo repente y le ví con claridad el rostro por primera vez. Sentí como mis tripas se contraían de miedo.
—Debes cumplir —fue lo único que dijo, y su frase fue seguida por el profundo sonido del trueno.
Poco a poco desabotoné mi camisa, y ella cerró la distancia que nos separaba...
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