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miércoles, 1 de junio de 2016

Dos veces en el mismo día.

Bueno, pues no es común que esto ocurra y aún menos a estas alturas de la vida, pero así está ocurriendo.

Vengo a escribir que estoy enamorada. Esto es extraño incluso para mí, no me sale de forma fluida escribir sobre mis sentimientos. Cuando intento hacerlo (y lo logro) siempre pongo caras raras en el proceso, como desaprobándome a mí misma por todas las cosas que estoy escribiendo. Esta ocasión no es la excepción. Supongo que me pasa porque me imagino la cara de las personas que lo leerán, o qué pensaría yo si leyera esto (obviamente escrito por otra persona).

Ando con un muchacho de 18 años. No es la primera vez que ando con alguien menor que yo, pero sí es la primera vez que le llevo tanta edad y me siento tan pequeña. Hace aproximadamente dos años tuve un novio que me llevaba doce años (yo tenía 19 y el 31) y, para ser honesta, no tenía la sensación de que fuera mayor que yo. ¿Por qué traigo eso a colación? Es extraño, para mí al menos, que con ese hombre jamás me sentí pequeña, y con este muchacho sí.

Cuando pienso en él no sé exactamente qué pienso, je. Tampoco sé bien cómo explicar esto, pero lo voy a intentar.

Estando con él existen muchas sensaciones en un lapso corto de tiempo, porque es una persona muy voluble. No sé si esta característica se deba a su adolescencia o a que simplemente es así (su padre vota por lo segundo y yo espero que sea lo primero, aunque de no tener arreglo igual lo amo tal y como es). Experimento dicha, enojo, tristeza y ansiedad (esto último con más frecuencia que el enojo y la tristeza). Pareciera que estoy atada a sus cambios repentinos de humor y hoy cambió tres veces de humor en menos de hora y media.

A veces me cuesta no encabronarme... más bien siempre me cuesta no encabronarme, ya que soy una persona muy volátil, pero autocontrolada. A pesar de que la mayor parte del tiempo siento que él tiene un alma más vieja que la mía, intento tener paciencia a esos pequeños detalles porque tan sólo tiene 18. Y con todo y las cosas amargas que me puede traer su forma de ser, la recompensa es muy hermosa. Quizá parezca que no es nada, tal vez sólo soy romántica e idealista, pero soy amante de los pequeños momentos.

Hoy después de comer, se puso de humor serio, taciturno (le pasa a menudo). Y, como ya mencioné, a mí se me contagia de forma automática su humor, o más que contagiarme, modifica bien cabrón la manera en que actúo o percibo las cosas (porque soy bien dramática). Por ejemplo, como si estuviera juguetona y después de su cambio estuviera seria y apesadumbrada, o pensativa. Algo por el estilo me pasa. Me considero el tipo de persona al que no le gusta rogar y noto que en ese aspecto él es igual. A veces me da miedo pensar en eso, en dejar ganar a mi orgullo. O que él deje ganar al suyo.

El caso es que a pesar de su humor fúnebre intentó hacerme sentir bien, supongo que notó que me había "contagiado" el humor.

"¿Qué tienes, amor?".

(Me encanta que me diga amor).

Me abrazó y me besó, muchas veces. Veníamos saliendo de la escuela y estábamos acompañados de sus/nuestros amigos. Dejó que se adelantaran y se quedó parado abrazándome, diciéndome que me amaba. Y esas palabras me llenan.

Seguimos hacia el metro después de que pasaran algunos minutos y una vez allí volvimos a quedarnos parados, abrazándonos. Me encanta abrazarlo porque es muy alto (y sexy). Y esto ha pasado ya en algunas ocasiones, que me mira, sonrío y él también se ríe, como atontado. No encuentro las palabras para describir cuan placenteros resultan para mí los momentos en que lo atonto. No sé si él nota que me pasa lo mismo con él. Y sé que estoy enamorada y que hablo desde el corazón, pero su sonrisa me parece la más bonita del mundo.

Y mientras estábamos en el metro, hablamos de muchas cosas distintas, pero hay una de tantas que se quedó en mi corazón y me sigue haciendo sentir un nudo en la garganta (un nudo feliz) y mariposas en el estómago.

Me contó una historia de terror. Sí, de terror.

Asumo que la leyó en internet, trata de una chica que muere en un accidente. Un chica joven, era porrista. Al morir ella va a dar a un cuarto oscuro, donde se encuentra con un ángel que le pregunta como quiere pasar el resto de su eternidad. La chica le dice que quiere ver su legado, lo que las personas dicen de ella y demás. El ángel le concede su deseo y desaparece, dejando en su lugar un proyector. La primera cosa que se proyecta es una ceremonia en su escuela, con toda la gente triste porque murió joven y demás. El proyector se apaga y luego de un rato se vuelve a encender, ahora la escena que se proyecta es de su funeral. Se apaga (ahora durante un tiempo más prolongado) y se vuelve a encender, ahora muestra la escena de su novio hablando con una amiga sobre ella. Y así continua, cada vez los tiempos entre las proyecciones son más espaciados, hasta que un día deja de encenderse y mucho, mucho tiempo después se vuelve a encender, mostrando a su hermana en su lecho de muerte, hablando de ella. En ese momento la chica se dio cuenta de que esa era la última vez que se iba a encender el proyector.

Después de contarme esto se quedó callado unos segundos, y dijo:

"El punto es que si pudiera elegir como pasar mi eternidad, elegiría pasarla contigo".

Y pues me puse a llorar. Y lo amo. Te amo. Y yo elegiría lo mismo. Soy tuya. Que densa. Estoy haciendo las caras que dije que haría. Me voy.



¿Qué vergas contigo, Ale?

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