Páginas

Buscar este blog

sábado, 26 de noviembre de 2016

Gone

La chica se despidió de él, con los labios y las mejillas coloradas, los ojos brillantes. Llegó el tren y ella corrió para alcanzarlo. Ya arriba se despidió agitando la mano desde una ventanilla, sonriendo, con el corazón agitado por el ejercicio y la excitación.

Él la miró y sintió un retortijón en las tripas, pensando que era demasiado tarde ya para mandarla a casa. A pesar de su sentir, mantuvo una sonrisa en el rostro hasta que la perdió de vista.

En el tren ella tomó asiento y se quedó viendo ausente una ventana, recordando detalles del día. Distraída como estaba pasó por alto la mirada de un hombre que estaba parado en el otro extremo del vagón.

No era la primera vez que ese individuo posaba sus ojos en la chica, ya varias veces se la había topado en el tren. Solía fantasear, no sólo con ella, sino con muchas otras, sin embargo ella era la única con la que había coincidido ya tantas veces. Lo interpretó como una señal...

Una hora después la chica había alcanzado su destino, se bajó soñolienta del tren y comenzó a caminar hacia su casa, donde nadie le estaba esperando.

De pronto unas manos frías y trémulas se enroscaron en su boca y si cintura.

A la 22:30 horas, en una calle poco transitada, la chica dejó de existir.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Hi, stranger

Las calles encharcadas brillaban bajo la luz de los postes y yo le daba la última calada a mi cigarrillo. Dejé caer la colilla en el húmedo suelo y me adentré en la oscuridad de un pasillo. Ella ya me estaba esperando, la oscuridad ceñìa su silueta delgada.

Un relámpago iluminó todo repente y le ví con claridad el rostro por primera vez. Sentí como mis tripas se contraían de miedo.

—Debes cumplir —fue lo único que dijo, y su frase fue seguida por el profundo sonido del trueno.

Poco a poco desabotoné mi camisa, y ella cerró la distancia que nos separaba...

lunes, 21 de noviembre de 2016

Habrá turbulencia


Visitar el museo había sido una idea fenomenal, a pesar de la gente y los guardias. Mis amigos se quejaron pero a mí me gustó. El agua se ondulaba, los árboles azotados por el viento se estremecían, las nubes cambiaban de forma y las personas y los animales parecían observarte, la mayoría de forma amistosa, desde los cuadros. Algunos hasta saludaban.

Al salir saqué un par de chocolates de mis bolsillos, y todos pelearon por obtener una mordida. El mundo exterior era como visitar un planeta alienígena. Sabes que es lo de siempre, pero se siente muy inusual.

Una escena se conecta con la otra en mi mente, y es difícil saber cómo se llegó de un lugar a otro, pero hasta ese momento nada estaba mal, estaba feliz viendo sonidos y escuchando colores. No sentía más que alegría, amor, me sentía por completo vivo en su compañía, la de ella y la de mis amigos. Un momento etéreo, como un sueño, aunque sabía por descontado que no lo era. Los audífonos me transportaban de verdad, tenerlos puestos era como tener soundtrack en tu vida.

Entramos todos juntos al metro, ella tomada de mi mano. La miraba, tan sonriente, tan feliz, y era fácil saber -o imaginar- que se la estaba pasando tan bien como yo. Pensando en tantas cosas a la vez, sin poder llegar a aterrizar casi nada, pero aún así sintiendo que mi mente era tan profunda como un oceano infinito. Me sentía conectado con el mundo, ese era mi lugar y mi momento, todo estaba en su sitio.

Todos nos reíamos de cualquier estupidez, nos quedabamos encandilados con las luces dentro de los andenes, y al pasar junto a las luces brillantes que se encontraban en los túneles, fuera del tren, imaginaba que estábamos viajando en el espacio.

Al llegar al trasborde me sentí como si estuviéramos dentro de algún lugar secreto, escondido en la jungla, pues la vista a través de los ventanales dejaba ver abundante vegetación. Esa parte la recuerdo claramente, no paraba de decir que estábamos en "Jurassic Park", y en algún recóndito lugar de mi cerebro estoy seguro de que albergaba la esperanza de ver un dinosaurio.

Subimos al tren otra vez, se sentía como si lleváramos ya una eternidad viajando en metro, un desperdicio en mi opinión, me hubiera gustado tener más estimulación antes de que pasaran los efectos; ver más cosas, probar, besar...

De pronto las luces parpadearon dentro del vagón, se apagaron unos instantes y volvieron. Esto se repitió varias veces y a mí me divertía un cambio dentro de la monotonía del tren. Pero entonces, el sueño se transformó en una pesadilla. Un amigo, delante de mí, empezó a tener tics extraños y parecía enojado, nervioso, preocupado, todo al mismo tiempo. De pronto comenzó a gritar, el metro se detuvo, las luces volvían a parpadear y la gente nos observaba mientras tratábamos de calmarlo. El metro volvió a moverse y al llegar a la siguiente estación él salió corriendo, como si necesitara aire del exterior.

Me invadió la incredulidad. Siempre lees de estas cosas y las crees, claro, te sorprende, te asusta... Pero vivirlo no tiene nombre.



Continuará... (?)