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miércoles, 30 de junio de 2010

Pesadilla de otoño

Sabía que el ruido más simple podía despertar la furia de la criatura mitológica que se encontraba frente a él, sin embargo la curiosidad más grande le invadía la mente en su totalidad. No quedaba espacio ni siquiera para el sentido común en su cerebro.
Se acercó lentamente a la gárgola que se encontraba en un profundo sueño, un sueño que podía terminar con el mínimo sonido. No se detuvo ni un instatne a considerar las consecuencias, ni a pensar en su pobre acompañante, simplemente siguió avanzando.
-¿Qué haces?-le preguntó la voz de Sara, que no se había movido ni un milímetro de su lugar, presa del nerviosismo.
-Quiero tocarla-respodío Jake.
-¡¿Está demente?!-exclamó ella en el tono más alto que podía permitirle la situación-¿Quieres matarnos a los dos?
-Relájate-le dijo él.
-Jake, si la tocas... si la tocas terminamos, te lo advierto.
Él se giró un momento para ver su rostro. No bromeaba. Suspiró y negó con la cabeza mientras se alejaba de la criatura. Sara relajó su postura.
-Esto me pasa por enamorarme...-se quejó él-... te odio por hacerme amarte.
Ella le sonrió y extendió los brazos para resivirlo, pero Jake pisó una ramita, las cuales abundaban dado que el lugar en el que se encontraban era un bosque precisamente.
Un gruñido acompañó el momento exacto en el que la bestia extendió sus alas y miró con ojos rojos de furia a sus extraños visitantes.
-Ok... esto no me lo esperaba-dijo Jake suavemente, tratando de no alterar más a la gárgola.
-¿Ahora qué?-preguntó Sara inmobil.
La criatura respondió por Jake con un gruñido ensordecedor.
-¡Corre...!

lunes, 21 de junio de 2010

Diario de Lisa Smith (tristeza)


Un peso demasiado grande recae sobre mis hombros. El cambio sería una buena opción, lo he intentado, pero parece no dar mucho resultado. A veces quisiera ser la persona perfecta que todo el mundo espera ser, quizá así no causaría tantos problemas, o tal vez sería mejor el no existir... mucho más facil. La lluvia que choca contra las ventanas en esta temporada no parece ser el mejor alivio de mi tormento.
No es que no me guste el vivir, respirar, ser feliz, pero siento que la felicidad dura muy poco como para reparar el daño que hace la tristeza y decepción. Quisiera jamás equivocarme, quisiera no ser la persona egoista y estúpida que soy para no extrañar a quien se fue, quisiera no tener esta cara que parece hablar sola, ya que todos parecen saber lo que siento con solo verme, aunque muchos se equivoquen...
No me gusta ser pesimista, pero con todas las cosas malas que pasan a mi alrededor, cuesta trabajo creer que las personas son afortunadas por solo estar vivas; es una gran verdad, lo sé, pero cuesta trabajo creerlo a veces.
La vida es más que respirar, es sufrir y tratar de mejorar. ¿El propósito de los seres humanos no es alcanzar la perfección? Si no es eso, entonces que alguien por favor me diga por qué estoy aquí... porque a veces quiero morirme. Por lo menos parece que tengo un amigo... en este momento el cielo llora conmigo.





Lisa Smith 5 de mayo de 1901

viernes, 18 de junio de 2010

Segundo Concierto (1°continuación...)

La dama se acercó al demonio para recibir el beso de la muerte... Inésperadamente, el demonio vio algo en ella, algo diferente que le hizo sentir curiosidad. Detubo el beso cuando sus labios estaban a centimetros de tocarse. Rompió el encanto de sus ojos sobre la dama, esta reaccionó y se sintió avergonzada.
-Perdón... No... No sé que me pasó... Esto es muy extraño, de verdad lo siento-le disculpaba la joven.
-No hay de qué disculparse-dijo el demonio, con inseguridad. Pensando en qué es lo que lo había hecho detenerse. Examinó cuidadosamente los ojos de la chica y tomó sus manos entre las de él. Ella se coibió ante su observación.
Descubrió lo que le había llamado la atención. Sus ojos eran diferentes el derecho del izquierdo. Uno de sus ojos era verde, mientras que el otro era de color gris.
-Tienes unos ojos muy hermosos...-admiró el demonio. No mentía, quizá era de sus tecnicas para enamorar a la chica, pero lo que decía era totalmente verdad. Los ojos de Elizabeth eran dueños de una belleza diferente y extraña, pero muy cautivante. El demonio, que por lo general hipnotizaba, se sintió hopnotizado, sumido en los profundos ojos de ella..
Ella reconoció una chispa en sus ojos, algo familiar...
-Perdona... Sé que esto sonará muy extraño... pero ¿te conozco de algún lugar?-le preguntó ella.
El demonio dudó. Había tenido una larga vida y recordaba muchas cosas, pero no la cara de esa joven. Aún así, sentía algo familiar, de la misma manera en que ella lo sentía. Las manos de la chica todavía estaban entre las del demonio.
El corazón de roca del demonio sintió un apretón.

jueves, 17 de junio de 2010

Los murmullos...


Yo podía verlos... Ellos pensaban que eran invisibles para mí, pero yo tenía esa pequeña habilidad. No eran cosas malas, simplemente eran diferentes. Según lo que había aprendido, desde que supe lo que eran, quizá algún día yo me convertiría en uno de ellos, todos nos convertiríamos...
Los murmullos son lo más cercano a ser almas en pena, pero en realidad no están penando, simplemente tienen asuntos sin resolver. Los había por todas partes: en la escuela, en las calles, en las discos y bares... a veces incluso entraban a mi casa, aunque en seguida salían porque no tenían nada que hacer ahí. Según entendí por las conversaciones que aveces tenían en frente de mí sin darse cuenta de que yo los escuchaba, tenían que comprender o resolver algo para poder pasar a otra etapa. Algunos se lo saltaban, aunque no sé a donde saltaban, quizá al otro lado, al paraiso... aunque no era como si yo creyera en Dios, realmente tenía mis propias conjeturas, bastante distintas a lo que mis padres me habían enseñado.
Después de un tiempo, algunos desaparecían sin dejar rastro, pero otros pasaban años y años rondando el planeta, tanto que hasta la fecha los seguía viendo.
Ellos seguro podían verme a mí, pero no me hablaban, ni a nadie... Solo hablaban entre ellos, como cualquiera.
Entre ellos se decían "para comprender la vida hay que comprender la muerte...". No sé por qué, pero me da la sensación que ellos tienen mucha razón.

Techos con agujeros

-¿Qué? ¿Piensas que es tan simple como decir "Ave María, dame puntería"?-me preguntó la maestra. Apenás empezaba a escucharla hablar, estaba soñando despierta, otra vez...
-Lo siento... ¿qué?-pregunté cofundida. No tenía idea de lo que estaba hablando.
Cerró el libro con violencia y agresividad, se quitó los lentes y señaló la puerta.
-Hazme el favor de abandonar mi clase. Regresa cuando quieras aprender algo-dijo con seriedad.
Suspiré y me levanté del asiento, tomé mi mochila y me retiré, tratando de no prestar atención a lo que mis compañeros murmuraban.
-Continuemos con la clase-escuché decir a la maestra una vez que hube cerrado la puerta detrás de mí.
La vida es cruel conmigo... pensé. Estaba distraida pensando en los relatos de mi abuelo, aquellos relatos que, de alguna manera me involucraban. No sabíá cómo aún, era un misterio, como el viento... Podía sentirlo, pero no podía verlo.
Los relatos de mi abuelo y mejor amigo me involucraban porque de alguna manera recordaba y veía cada una de sus palabras, pero no hayaba una conexión razonable entre los... recuerdos que evocaba mi mente y cómo es que yo estaba físicamente presente en el lugar donde mi abuelo hablaba conmigo. Mi madre, mi padre y el psicólogo decían que era producto de una imaginación hiperactiva, pero algo en mi interior me decía que era algo más allá incluso del entendimiento de ellos...
Sin pensarlo dos veces me encaminé al cementerio.
-Hola-saludé a la tumba de mi abuelo-, gusto en verte otra vez...

Segundo concierto


La miraba, sí, la observaba. No sabía exactamente el motivo de su llanto, pero le gustaba lo que veía. Se acercó, pero ella no se dió cuenta de su precencia. Avanzó un poco más, pero sin respuesta; ella estaba demasiado metida en sus propios pensamientos. No se daba cuenta de que estaba siendo asechada por su posible asesino. Miró alrededor y se acercó a la fuente en donde ella guardaba reposo y relativa tranquilidad.
El demonio pisó fuerte y sus miradas se encontraron al fin. Ella en seguida cayó bajo el hechizo hipnotizador de sus ojos. Sonrió, a pesar de ella misma, que no tenía la más mínima intención de sonreír en un momento así. Secó sus lágrimas y lo saludó con cortecía. Él le devolvió el saludo y se sentó junto a ella.
-¿Puedo saber el motivo del llanto de tan hermosa señorita?-preguntó el demonio. Por supuesto que era bella, porque él era demasiado exigente con sus víctimas. Pensaba que, cuando él seleccionaba a su víctima, esta debería sentirse honrada por haber sido elegida, pues significaba que era especial. No cualquiera puede ser víctima mía... pensaba el demonio. Tiene que tener cierto grado de perfección... El grado de perfección que el buscaba era la belleza. La joven era un manjar para los ojos para cualquiera que la mirase.
-Cosas sin importancia-ella respondió-. Pero dígame ¿cuál es su nombre?
-William... Y cualquier cosa que haga llorar a una dama no carece de importancia. Dígame el motivo de su llanto, quiero ayudarla...-dijo él con fingida preocupación.
Ella suspiró, mirando al suelo, sumiendose en la tristeza de unos segundos atrás, pero cuando levantó la vista, de nuevo se sintió mejor. Atrapada bajo el hechizo del demonio, se sintió en las nubes. Tocó el rostro de aquel hombre imposible y se acercó para besarle, para resivir el beso de la muerte...

Los amantes


En sus brazos ella se sentía capaz de comerce al mundo, y posiblemente así era. Se alimentaba de su infelicidad, de la carencia de otras personas, incluso de la que a él le provocaba. Su mayor felicidad era, por increible que parezca, la infelicidad de su amado. Perdida en sus ojos, quiso hacerlo sufrir, le gustaba su sufrimiento.
Él, sin embargo, la miraba y sentía que no había expresión más grande de belleza que la de esa joven, cuyo entendimiento del mundo estaba por los suelos. Ese amor no tenía destino, y si lo tenía, estaba entonces destinado a la tragedia, pero él decidió retar a la vida, lograr lo imposible y, así pues, comenzó a cavar su tumba. Sin pensarlo dos veces, se lanzó al abismo de sus ojos, y en un vaivén de intenciones, su sufrimiento empezó, sin hacerse esperar...