No quiero, no debo, no puedo controlarte. Pero dentro de mi ser crece la ansiedad.
Mis pensamientos son diáfanos un segundo, y al siguiente se enturbian con el recelo y la aprehensión.
¿Qué nos depara, qué me depara? Si, bueno o malo, no dejo de pensar en ti.
¿Cómo alcanzar la paz? Si tú eres el viento de cambio, y yo la montaña, enraizada e inamovible.
Si tú eres tú. Y yo soy yo.
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